9/11/07

Antoni Gaudí

En mi primera visita a Barcelona, España, me sentí cautivada por la creatividad y la originalidad, las líneas y los colores de la arquitectura de Gaudi. Entre más aprendía de su filosofía, condensada en su famosa frase «Originalidad consiste en volver al origen», más cautivada quedaba. Los siguientes comentarios son escritos por el profesor Juan Bassegoda Novell, quien ha servido como director de la Cátedra Real Gaudí en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Cataluña (Barcelona) desde 1968, y han sido tomados del material biográfico disponible en Internet. Los he incluido aquí porque creo que el liderazgo eclesiástico puede aprender mucho de ellos.
Nunca hubo arquitectos en la familia de Gaudí, sólo artesanos, especialmente herreros que trabajaron el cobre y el hierro. No tuvo la idiosincrasia ocupacional característica de las dinastías de arquitectos. Al tiempo que fue extremadamente ingenuo, también fue altamente perspicaz. Veía las cosas como eran, sin prejuicio, no como a veces uno desearía que fueran…

…Observando las formas arquitectónicas de Gaudí podríamos pensar que sus ideas eran complicadas o intrincadas; las fachadas sinuosas de sus edificios parecen algo irracional, concepciones barrocas, pero no es el caso. Dado a que sus composiciones están inspiradas en la naturaleza, se alejan de esos arquitectos que siempre utilizan una geometría basada en formas abstractas, como la línea o el plano, formas que son inexistentes en la naturaleza… la ingeniosa observación de la naturaleza que tenía Gaudí le permitió ver que estas formas regulares o no existen en la naturaleza, o son muy raras. Cuando se encuentran cubos de pirita, o prismas coronados con cristal de roca, o dodecaedros pentagonales de cinabrio, se conservan en museos de historia natural como objetos raros y curiosos.

Al mismo tiempo, entendió que la naturaleza no intenta crear obras de arte sino elementos que sobre todo sean funcionales y útiles. El color brillante y la fragancia agradable de las rosas no fueron concebidos para inspirar a los poetas sino para atraer a los insectos y llevar a cabo la función reproductiva de la planta. Un propósito
absolutamente funcional.

La conclusión de Gaudí fue muy sencilla, si un arquitecto busca lo funcional en su trabajo, finalmente logrará hacer algo bello. Pero, si directamente busca la belleza, sólo logrará teoría del arte, estética, filosofía, o ideas abstractas, cosas que nunca le interesaron a Gaudí. Más aún, él fue capaz de ver una infinidad de magníficas formas estructurales en la naturaleza. Si la naturaleza funciona dando siempre soluciones finales, ya que está sujeta a la inexorable ley de la gravedad, hay gran sabiduría en
estudiar las estructuras naturales, que han estado acreditadas por millones de años de perfecto funcionamiento.

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