1/11/07

Liberar el esplendor (de la iglesia)

Hace tiempo nuestro amigo Richard Hanna, un libanés de Jamaica, pasó algunas semanas en Namibia, África con un grupo de personas que hicieron un viaje misionero de corto plazo. Una de sus responsabilidades era ayudar a las mujeres de la localidad a preparar la comida para el equipo. Un día en la cocina, Richard comentó los desacuerdos que tenía respecto a la iglesia. Poco después una de las mujeres de mayor edad lo llevó aparte y le reclamó: «La iglesia es la novia de Dios; Él se encarga de presentarla inmaculada ante el trono, tú sólo preséntate y confía en Él».

La mujer de Namibia tenía razón y, a la vez, estaba equivocada en algunas cosas importantes. Ella estaba en lo correcto al decir que la iglesia es de Dios, Él le da vida y la presentará sin mancha; como Jesús le dijo a Pedro: «Edificaré mi iglesia y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella» (Mateo 16:18). Pero creo que el análisis y crítica de Richard son válidos, y hasta importantes. Nosotros no somos observadores pasivos del proceso; Dios nos ha escogido para construir su iglesia a través de nosotros. Cuando Dios se encarnó, vivió y trabajó en la tierra, no lo hizo todo en cuanto a enseñar, predicar y sanar; sino que preparó y envió a otros de manera que ellos pudieran compartir el gozo, la tristeza y, finalmente, la gloria (1ª Pedro 5:4).

1 comentario:

Adrian dijo...

¿Que de las estructuras? No encuentro mucho o casi nada acerca de cuan importante seria para el dia hoy cambiar o mejorar las estructuras en las que esta basada la marcha de la iglesia.
¿Han ayudado a construir el Reino de Dios en este mundo? o ¿Han sido su principal obstaculo?